Constituyente en Chile
Autor Dr. @ Mario H. Concha Vergara |
El ex
ministro de Agricultura de Salvador Allende Gossens, Jacques Chonchol,
ex dirigente de la Izquierda Cristiana de Chile y, actualmente asesor de la
FAO en Agricultura está impulsando el llamado a una Constituyente en
Chile. Para él y sus seguidores “La Constitución (de Chile) actual ampara
a los poderes fácticos que ayer se sirvieron de la tiranía y que hoy
gozan de ocultos e irritantes privilegios, ejerciendo un control decisivo
sobre la economía, las instituciones políticas y los medios de
comunicación.
No sólo es ilegítima en su origen. Es, además,
antidemocrática, porque privilegia la renta y el lucro por sobre la dignidad
humana, deja los principales resortes del poder económico y jurídico
fuera del alcance y control de la ciudadanía y establece obstáculos
insalvables para su modificación. Representa, en definitiva, la continuidad
jurídica de la dictadura e impide el establecimiento de un régimen verdaderamente
democrático.
Un poco de historia constituyentista
Un poco de historia constituyentista
La historia nos indica, día a día, qué hacer y,
nos demuestra la vía de un posible futuro; sin embargo, nosotros sus actores
somos los últimos en enterarnos y en darnos cuenta de qué es lo que está
sucediendo históricamente, y por qué suceden los acontecimientos que
vivimos: por lo tanto, nos cuesta aceptar los cambios porque no sabemos a
ciencia cierta hacia dónde vamos.
Las avecillas saben de antemano cuando vendrá
un sismo o una tormenta y se ponen a salvo. Las gallinas se inquietan y los
gallos avisan con su canto horas antes de que suceda un sismo; los perros
ladran o lloran cuando presienten un sismo; en fin, todas las especies animales
menores, las más irracionales, tienen la capacidad, de la cual carecemos
los humanos, de adelantarse a los hechos y de percibir los cambios por
medio de la simple observación de las variables y características de su
medio ambiente.
Por eso, “El curso de las cosas, en sus momentos
excepcionales, ata las condiciones históricas particulares con el
esfuerzo sobrehumano que algunos hombres son capaces de realizar[.1] ”. Un
hombre (Ser) con la sagacidad de un ave y la sabiduría de un can, sabría
subirse al carro de la historia y dejarse llevar por ella; otros tratarían
de empujar ese carro sin saber hacia dónde se dirige; en ambos casos hay posibilidades
ciertas de éxito, lo contrario, es decir, ignorar la historia y/o querer
imponer a juro las propias ideas, o crear ideologías para guiar el curso
histórico, es no entender la dialéctica histórica y el individuo puede
con mucha facilidad llegar al completo fracaso en sus pretensiones de
alterar la evolución natural de los acontecimientos.
Para el insigne Simón Rodríguez “cuando las cosas
toman una dirección, algo las impulsa o las atrae, y no es una razón para oponerse
a su marcha, el no saber a que punto se dirigen[.2] ” Estos argumentos (e
indudablemente, otros) podrían ser, sin duda alguna, una muy buena apología
al plantearnos la necesidad histórica de buscar los cambios a los cuales
nos empuja la evolución natural de los pueblos, para el establecimiento
de una Asamblea Popular Plenipotenciaria Constituyente, en Chile. Sin
embargo, se nos hace necesario entender con claridad y transparencia el
proceso histórico que estamos viviendo, no solamente desde el punto de
vista consignista, propagandístico, ideologizante y perverso-político,
como aparentemente ocurrió en 1999 en Colombia y al poco tiempo en Venezuela,
cuyas constituyentes fueron hechas como el Conde de Lampedusa, quien en
su magna obra “Il Gastopardo”, cambia todo políticamente para que en
realidad nada cambiara.
En Ecuador, después de la caída del presidente
Bucaram, quien fue sacado del poder al ser declarado demente, se llevó a cabo
un proceso constituyente al cual se le pusieron tantas trabas que los
constituyentistas no tenían ni un local en el cual reunirse; allí, el Congreso
no fue destituido y la Asamblea no fue Plenipotenciaria (es decir, carecía
de todos los poderes); esa Constituyente también fue “lampedusiana” y
en Ecuador no cambió nada, de tal manera que el Presidente Correa, llamó a
otra Constituyente, (2007) pero no se disolvió el Parlamento y la Constituyente
tampoco es Plenipotenciaria porque no está sobre los poderes del
Estado. En Bolivia, el presidente Evo Morales, también llamó a una Constituyente.
Allí se presenta el mismo vicio: no se disuelven los poderes del Estado, la
Constituyente no es Plenipotenciaria y, por lo tanto, es de esperarse
otro “Gatopardo”.
Si retrocedemos en la historia, y nos ubicamos
en tiempos de Simón Bolívar, podremos recordar que El Libertador planteaba.
“Colombianos: acercaos en torno al congreso constituyente: él es la sabiduría
nacional, la esperanza legítima de los pueblos y el último recurso de
reunión de los patriotas[.3] ”
Como se puede apreciar, Bolívar daba una extraordinaria
importancia a la convocatoria de una Constituyente; tanta, que para él el
patriotismo se demostraba en la creación de las estructuras republicanas
en forma democrática.
En América Latina hay una larga historia de Constituyentes.
Al parecer nadie ha quedado contento pues las constituciones emanadas
del Poder del Pueblo, total o parcialmente no han logrado crear un cuerpo
rector-legal, una LEY de LEYES, que pueda permanecer en el futuro con pocas
enmiendas. Esto lo han logrado, solamente, los suizos y los anglo-sajones
con su Bill of Rights, y los norteamericanos
de EE.UU., con sus enmiendas constitucionales, ¿por qué? Porque han
dejado el espacio suficiente para que el Ser vea expresada en cada una de
las normas sus intereses personales (particulares) junto a los intereses
colectivos, lo cual, finalmente, es el resultado de la República.
¿Cómo hacerlo?
Para llevar a cabo una Constituyente, es necesario
que el pueblo perciba que ella puede efectuar los cambios necesarios para
construir una nueva sociedad que a la vez permita las expresiones culturales
existentes y creativas. Esto evita, a mi modo de ver, los traumas de una
guerra civil o revolución violenta pues, una Constituyente en sí no es
otra cosa que una revolución pacífica, darwiniana pues es parte de la evolución
popular. Obviamente, el pueblo, entiéndanse aquí por pueblo toda la sociedad
democrática, deberá estar atenta a los atentados o regresiones que quieran
hacer grupos sociales que sientan o pretendan que sus intereses serán
conculcados.
Para poder llevar a cabo un proceso constituyente,
lo primero que hay que hacer es organizar al pueblo en unidades constituyentistas
plenipotenciarias (UCP) que sean capaces de organizar Foros Constituyentes
que ayuden a entender el proceso a la masa popular. Estos frentes pueden
ser modulares; es decir, que reúnan a personas afines, por ejemplo, a una
actividad o profesión, o que se reúnan por su afinidad vecinal o laboral,
etc. Para que el trabajo de estas UCP sea más efectiva se pueden dividir en
Círculos o Grupos Constituyentistas, o las formas que decida el pueblo.
Lo importante de estas UCP es que son organizaciones
populares emanadas del mismo pueblo y, que por lo tanto, serán autónomos,
no obedecerán a consignas partidarias ni a direcciones políticas
contaminantes. Lo cual, no quiere decir, que en cuerpo no haya militantes
políticos.
Las UCP, serían el rescate de la Soberanía Popular
que es en donde realmente reside el Poder; pero, estas organizaciones no
sólo se quedarán en el plano educativo y organizativo popular pues
ellas deberán ser los nutrientes directos de la soberanía popular al
Poder Constituyente Plenipotenciario, con sus ideas, críticas, acciones
y hechos constituyentes. Por ejemplo, si un Seremi “X” no sirve, ese Poder
Constituyente organizado en las UCP podría destituirlo nombrando
a otro.
Contrato Social
Para Jean Jacques Rousseau, en su “Contrato
Social” , “la soberanía primaria sólo reside en el pueblo, el cual puede
delegar esta soberanía en poderes constituidos , para evitar la anarquía”.
Esto no significa otra cosa que para que existan los poderes constituidos
tengan que existir asentamientos humanos (naciones, países, Estados),
estructuralmente complejos, con sistemas organizativos pluriclasistas,
pluriproductores económicos, pluriculturales, etcétera pero, que
tienen problemas comunes que exigen que toda la administración de los
recursos se efectúe en forma colectiva para poder conseguir el bien común.
Nótese que he dicho la administración de los recursos y no su producción.
Todo esto, se logrará solamente por medio de la organización política de
la sociedad. (Aquí no hablamos de política partidista, sino que de la ciencia
política).
Ahora bien, este “Contrato Social”, que sería normado
por la Constituyente Plenipotenciaria, es producto del Poder Popular
que emana e imana los resultados constituyentistas. Y, como el Ser es el
mayor y más importante producto o bien de la madre naturaleza, debe seguir
sus reglas y leyes naturales, esto es vivir en orden y sin anarquía, y,
obviamente, en forma solidaria. (La única forma de solidaridad que no ha
fracasado es la democracia).
Así como la naturaleza vive en orden, y el año se
divide en estaciones climáticas, y las aves emigran de acuerdo con esas
estaciones o cambios ambientales, y otros animales mayores, por ejemplo,
en busca de alimentos o agua, el humano, como Ser racional, va planificando
sus necesidades de acuerdo a su medio ambiente natural y de convivencia
con otros seres humanos.
Según el filósofo alemán Karl Schmitt, el “Poder
Constituyente es la voluntad política cuya fuerza y autoridad es capaz
de adoptar la concreta decisión del conjunto sobre modo y forma de la propia
existencia política determinando así la existencia de una unidad política
(Chile), como un todo”. Esto significa que el Poder Constituyente es, en
su esencia, como en su existencia, eminentemente político como unitario;
es decir, nacional; es único y total, no de grupos, ni de partidos pues se
supone que el pueblo es UNO SOLO, en nuestro caso, el pueblo chileno está
compuesto por habitantes blancos, criollos, mestizos, indígenas de las
diversas etnias, extranjeros residentes, gitanos, etcétera., el gentilicio
es uno y es indivisible.
Para Simón Rodríguez la ecuación de un pueblo
ético y soberano es la siguiente: “Pueblo multiplicado por intereses particulares
y dividido por intereses particulares, igual uno, igual República”. Por
esto, no son los Partidos, ni la Iglesia, ni las FF.AA., ni los diputados,
senadores o ministros, ni los Mandatarios, ni los Jueces o Magistrados,
quienes hacen las constituciones. (La burocracia, en el sentido weberiano,
está llamada a servir, más no a mandar porque su amo es el Pueblo). La
suma de los intereses míos, multiplicado por los tuyos y dividido por los
del tercero, son igual a uno, igual a República, igual a constituyente,
agregaría yo.
Burocracia no es poder, es servicio
¿Por qué los aquí nombrados no pueden hacer constituciones?
La razón es simple, sus intereses son demasiado particulares. Además,
ellos forman la burocracia civil, militar y religiosa, la cual no está destinada
a mandar, de acuerdo al Contrato Social que debe imperar entre el pueblo y
el pueblo mismo.
Los partidos son grupos de presión que buscan
beneficios de grupo y no de totalidad. Buscan hacer cambios por medio de
doctrinas que pretenden cambiar la historia y eso, es imposible pues
la historia está por sobre los dogmas de las doctrinas. Lo mismo pasa con
las religiones. Los mandatarios tiene sus propios vicios pues su Poder no
emanó de una Constituyente Plenipotenciaria; en otras palabras, a
pesar de que son elegidos democráticamente, el pueblo no participó en
la creación de las normas que establecen su mandato. Y así podríamos ir
por analizar el caso de los militares, quienes obtuvieron, supuestamente,
el Poder de las Armas por mandato popular para, como decía Sócrates, ser
guardianes de la nación y no asesinos de ella.
La verdad, amigas y amigos es que tengo muchos
argumentos más que entregar sobre el proceso constituyente. Este es necesario
e imperativo, siempre que cumpla con los requisitos, diría yo, que he enumerado
en este escrito. En caso contrario todo cambiaría para quedar igual.
Yo no conozco las propuestas completas de Chonchol.
Me imagino que ha considerado los principios de una Plenipotenciaria,
la cual asume TODOS LOS PODERES DEL
ESTADO y mientras “fabrica” la nueva Constitución, gobierna por decreto
hasta que ella, a través de un referéndum, sea aprobada o rechazada. Si es
rechazada (EL PUEBLO ES SOBERANO),
se disuelve la Constituyente y se espera un período presidencial para llamar
a otra.
Autor: Dr. @ Mario H.
Concha Vergara
conchamh@gmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario