Marinos antigolpistas proponen democratización de las FFAA
por Jorge Magasich*
Tal vez por primera vez un grupo de militares que permaneció fiel a la
legalidad en 1973, somete a la sociedad sus reflexiones sobre el rol de
las fuerzas armadas en democracia. “Fuimos actores privilegiados y
tenemos algo que decir al respecto” afirman los dirigentes de los
marinos que intentaron detener el golpe en 1973, en el documento
Democratización-Integración FFAA Chilenas. Reflexión y Propuesta de la
Marinería Constitucionalista y Antigolpista, publicado en febrero 2015.
Su objetivo es participar en los debates destinados a generar una
constitución “nueva y moderna, con sabor a ciudadanía” contribuyendo a
transformar las FFAA, “de brazo armado de un sector político en brazo
cooperador de un proyecto país”. Además de analizar la historia de las
instituciones militares, la Reflexión formula proposiciones sobre
cuestiones cruciales como su régimen interno; su relación con el poder
civil; la ciudadanía de los uniformados; la separación entre la Iglesia y
el Estado y el rol social de las FFAA, para que su misión sea
garantizar a todos “un ambiente seguro que permita disfrutar de
derechos y de libertades”.
Esta iniciativa surge de su experiencia
en la Armada, y de una inquietud. Pese a los sucesos de Antuco, a la
instalación de una sucursal de la Escuela de las Américas en el Fuerte
Aguayo en Con Con para adiestrar militares chilenos en “antidisturbios”,
a la instrucción de los infantes de Marina que enseña “argentinos
mataré, bolivianos mutilaré, peruanos degollaré”, y a la evidencia de
que militares mantienen pactos de silencio de protección a los
represores, las reacciones de la sociedad y de los parlamentarios son
muy escasas, casi inexistentes.
Como lo establece la reciente
investigación de la periodista Catalina Gaete, las FFAA siguen siendo un
mundo aparte. Disponen de un código, de tribunales, de un sistema de
previsión, de un clero, de hospitales, poblaciones y clubes sociales
propios. Sus mandos, casi sin control de las autoridades, organizan las
escuelas militares, escogen docentes y contenidos. Y, con poco disimulo,
siguen exaltando el golpe de 1973 a través del monumento a Toribio
Merino en Valparaíso, de la biblioteca Augusto Pinochet en la Escuela
Militar y del nombre Fabriciano González, dado a la Escuela de
Suboficiales de Carabineros. Símbolos que desafían la democracia.
Rol social de las FFAA
El fin de su aislamiento y la integración fructífera de las FFAA a la sociedad, –acota el documento de los marinos– permitirá utilizar los considerables recursos materiales e intelectuales que la nación les otorga, en el desarrollo del país. La preparación militar puede y debe complementarse con tareas productivas como el “abastecimiento y provisión de servicios a zonas remotas del país, trabajos voluntarios en zonas rurales y urbanas, etc.” Y la noción de defensa debe incorporar “nuestros recursos naturales patrimonios de la humanidad, incluidos la documentación, el arte, la cultura, la protección de las personas y la vida humana. La protección del medio ambiente, los recursos hídricos, glaciares, humedales”.
El fin de su aislamiento y la integración fructífera de las FFAA a la sociedad, –acota el documento de los marinos– permitirá utilizar los considerables recursos materiales e intelectuales que la nación les otorga, en el desarrollo del país. La preparación militar puede y debe complementarse con tareas productivas como el “abastecimiento y provisión de servicios a zonas remotas del país, trabajos voluntarios en zonas rurales y urbanas, etc.” Y la noción de defensa debe incorporar “nuestros recursos naturales patrimonios de la humanidad, incluidos la documentación, el arte, la cultura, la protección de las personas y la vida humana. La protección del medio ambiente, los recursos hídricos, glaciares, humedales”.
¿La orden superior o la Ley?
En 1973, los marinos constitucionalistas observan cómo parte de la oficialidad prepara el amotinamiento, tipificado como delito de alta traición. Con la Ley de su parte intentan defender al gobierno legítimo denunciando la conjura. Sin embargo, fueron acusados de “sedición y motín” en agosto de 1973, y sufrieron torturas y años de prisión. En cambio hasta hoy ningún militar –ni civil– ha sido juzgado por haber organizado el golpe.
En 1973, los marinos constitucionalistas observan cómo parte de la oficialidad prepara el amotinamiento, tipificado como delito de alta traición. Con la Ley de su parte intentan defender al gobierno legítimo denunciando la conjura. Sin embargo, fueron acusados de “sedición y motín” en agosto de 1973, y sufrieron torturas y años de prisión. En cambio hasta hoy ningún militar –ni civil– ha sido juzgado por haber organizado el golpe.
Tal aberración se apoya en la
“verticalidad del mando” entendida como la obligación de un subordinado
de obedecer siempre cualquier orden, ya que el superior es responsable.
Aquella “verticalidad” ha permitido impartir numerosas y gravísimas
órdenes ilegales, situación que plantea una interrogación de primera
importancia: ¿Debe un subordinado ejecutar ciegamente una orden ilegal?
La conclusión es evidente: la Ley tiene preeminencia. Nadie puede ser
forzado a ejecutar órdenes que transgredan la Ley, que violen los
derechos humanos o que constituyan delito. Puesto que la historia
registra, de forma recurrente, situaciones en que órdenes ilegales
fueron impartidas masivamente, “se deben tener los instrumentos
necesarios que aseguren e identifiquen la depuración de
responsabilidades y ejerzan las medidas tendientes a erradicar las
órdenes ilegales, independiente de la cadena de mando”.
Militares subordinados a las autoridades republicanas
En la memoria de los marinos constitucionalistas resuenan aún las numerosas arengas golpistas que escucharon a partir de 1972, cuando oficiales clamaban impunemente que tenían “el derecho y el deber de deponer al gobierno marxista”. Tal “derecho” –totalmente ilegal– se sustenta en ideologías extremistas que otorgan a los mandos militares el “deber” de organizar la sociedad para enfrentar el enemigo (definido por ellos) y para la guerra (diseñada por ellos). En los años 1930 toma el nombre de “guerra total” y en los años 1960 de “seguridad nacional”. Y hasta hoy subsisten doctrinas que pretenden que cuando es preciso “salvar la patria”, los salvapatrias auto designados pueden infringir sus leyes.
En la memoria de los marinos constitucionalistas resuenan aún las numerosas arengas golpistas que escucharon a partir de 1972, cuando oficiales clamaban impunemente que tenían “el derecho y el deber de deponer al gobierno marxista”. Tal “derecho” –totalmente ilegal– se sustenta en ideologías extremistas que otorgan a los mandos militares el “deber” de organizar la sociedad para enfrentar el enemigo (definido por ellos) y para la guerra (diseñada por ellos). En los años 1930 toma el nombre de “guerra total” y en los años 1960 de “seguridad nacional”. Y hasta hoy subsisten doctrinas que pretenden que cuando es preciso “salvar la patria”, los salvapatrias auto designados pueden infringir sus leyes.
Le corresponde a la ciudadanía a través
de sus representantes –continúan los marinos–, y no sólo a los altos
mandos, definir “las políticas militares, como la planificación
estratégica y la identificación de las amenazas”, lo que debe ser
precisado en una nueva Ley Orgánica de las FFAA, igual que la
prerrogativa presidencial de intervenir en la designación de los mandos.
El documento rescata un mecanismo que la
Constitución de 1925 otorgaba al Senado: “todo ascenso a grados que
impliquen el mando de una unidad militar de cierta importancia (cuartel,
buque, bandada…), sea en última instancia decidido por la Cámara de
Diputados por una mayoría especial”. Así se establecería una forma de
control ciudadano sobre los currículos de los que comandan las
instituciones armadas.
Los militares son ciudadanos
Porque recuerdan la norma que la “gente de mar” (la tropa) requiere autorización para inscribirse en cualquier asociación o para proseguir estudios, y recuerdan cómo sus lecturas y opiniones eran vigiladas, como menores desprovistos de derechos, los marinos reclaman derechos explícitos para los militares. “Ningún reglamento –afirman– puede negarles sus Derechos Constitucionales garantizados a todo ciudadano, de asociación, reunión, sindicalización, proseguir estudios superiores”. El único límite a la libre expresión es que “no se ponga en riesgo la ejecución de sus misiones operativas legalmente emprendidas”.
Porque recuerdan la norma que la “gente de mar” (la tropa) requiere autorización para inscribirse en cualquier asociación o para proseguir estudios, y recuerdan cómo sus lecturas y opiniones eran vigiladas, como menores desprovistos de derechos, los marinos reclaman derechos explícitos para los militares. “Ningún reglamento –afirman– puede negarles sus Derechos Constitucionales garantizados a todo ciudadano, de asociación, reunión, sindicalización, proseguir estudios superiores”. El único límite a la libre expresión es que “no se ponga en riesgo la ejecución de sus misiones operativas legalmente emprendidas”.
Incluyendo el derecho a dar su opinión.
Una cosa es, en efecto, la jerarquía y la obediencia necesaria en
operaciones militares, y otra es el derecho de todas las mujeres y
hombres que trabajan en las tareas de defensa, de participar en las
reflexiones que atañen a las instituciones armadas. En temas como su
funcionamiento, sus remuneraciones, sus adaptaciones al mundo actual, y
la mejor manera de contribuir al desarrollo del país.
No corresponde consagrar las
instituciones a divinidades con las que se identifica sólo una parte de
la ciudadanía. Es necesario que las instituciones armadas acaten “la
separación entre la Iglesia y el Estado, vigente en Chile desde 1925”, y
“como todo ciudadano, los militares son libres de practicar la religión
que deseen, pero fuera del lugar de trabajo”. Por lo tanto, los
obispados castrenses y los capellanes, por lo general ultraderechistas,
están de más.
Escuela Matriz única y escalafón único
¿Qué justifica la persistencia de escuelas diferenciadas para oficiales y para la tropa, con fuerte contenido clasista? Los marinos reactivan la reivindicación, ya presente en 1973, de que exista una sola Escuela Matriz por rama, ya que no existen motivos válidos para determinar a los que mandarán y los que obedecerán desde el momento de la inscripción en una u otra escuela.
¿Qué justifica la persistencia de escuelas diferenciadas para oficiales y para la tropa, con fuerte contenido clasista? Los marinos reactivan la reivindicación, ya presente en 1973, de que exista una sola Escuela Matriz por rama, ya que no existen motivos válidos para determinar a los que mandarán y los que obedecerán desde el momento de la inscripción en una u otra escuela.
En la Escuela Matriz se impartirá “una
formación militar integral, asociada y relacionada con la defensa de
nuestras riquezas naturales, sobre todo la protección de las personas”.
Sus programas de estudios incluirán “la educación cívica, los derechos
humanos y el medio ambiente”. Sus docentes serán “profesores
universitarios cuya competencia e idoneidad asegure una enseñanza que
promueva la democracia y el humanismo a sus alumnos”.
Será gratuita; el ingreso se hará según
“un examen de admisión común”. Luego, en función de “una evaluación
objetiva, profesional, méritos y capacidades”, se establecerá el cuadro
de oficiales y de suboficiales.
Degradar los criminales y erradicar el golpismo
Es un insulto a la sociedad que los militares que perpetraron los crímenes más graves que conoce el país, sigan ostentando honores, ventajas y caudalosas jubilaciones. Los marinos reclaman “degradación inmediata y pérdida de beneficios de sueldos para todos aquellos militares que hayan violado los Derechos Humanos o cometido crímenes de Lesa Humanidad u otro crimen que envuelva presidio perpetuo”.
Es un insulto a la sociedad que los militares que perpetraron los crímenes más graves que conoce el país, sigan ostentando honores, ventajas y caudalosas jubilaciones. Los marinos reclaman “degradación inmediata y pérdida de beneficios de sueldos para todos aquellos militares que hayan violado los Derechos Humanos o cometido crímenes de Lesa Humanidad u otro crimen que envuelva presidio perpetuo”.
Por el mismo motivo, piden suprimir
“monumentos, actos, nombre de calles, reparticiones, buques o cualquier
recinto público” que involucre civiles y militares que hayan perpetrado
tales violaciones.
Nada justifica documentos ocultos.
Después de un plazo prudente, “los archivos de las instituciones armadas
deben ser fácilmente accesibles a la ciudadanía, especialmente a los
investigadores”. Como todo servicio público.
También es necesario actualizar el
Código de Justicia Militar, retirando todos los delitos que no sean
específicamente militares.
Por último –reflexionan los marinos–
conviene terminar con el concepto engañoso de “familia
naval/militar/aérea” porque desliga a las instituciones armadas del
resto de la ciudadanía. Para destacar que las Fuerzas Armadas son y
representan a todas y todos los chilenos, proponen legalizar el nombre
“FFAA de Chile”.
1. Un carabinero que obedeciendo al
amotinado general Mendoza murió el 11 de septiembre de 1973. Recordemos
que el general director de Carabineros, José María Sepúlveda dio órdenes
para que la institución se mantuviera en la legalidad y se opusiera al
golpe. Y los cinco generales siguientes en la jerarquía (Jorge Urrutia,
Rubén Álvarez, Orestes Salinas, Alfonso Yáñez y Martín Cádiz) se negaron
a sumarse al golpe. Sin embargo, este gesto no ha sido destacado como
ejemplar por los actuales jefes de Carabineros.
*Historiador.
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